Cargar con el muerto.

Todos lo hemos escuchado alguna vez. Incluso hemos utilizado la frase a modo de muletilla sin conocer su verdadero significado, y casi con toda seguridad, sin tener ni idea del origen. Se trata del conocido dicho “cargar con el muerto”. ¿Verdad que lo conocéis? Si nos preguntasen cual es su significado, rápidamente responderíamos que hace referencia a responsabilizarse o cargar con “algo” que nos resulta ajeno y que además nos viene impuesto en contra de nuestra voluntad. Ciertamente esta definición es bastante acertada y, en cierto modo, esclarecedora. Pero no es la exacta, ya que seria mas preciso definirlo como “atribuir la culpabilidad de una cosa”. En realidad, para nuestro caso, cualquiera de las dos acepciones pueden ser correctas. El origen de esta frase hay que buscarla en la Edad Media y en un principio se conoció como “echar a uno el muerto”. Según las leyes medievales, cuando dentro del término municipal de un pueblo aparecía el cadáver de una persona muerta violentamente; si no se llegaba a averiguar quien era el culpable; el pueblo estaba obligado a pagar una multa, además de correr con los gastos del entierro a cargo del erario público. Evidentemente, ante esta perspectiva, la salida más sencilla y típicamente española, era la de trasladar el cadáver del infortunado al territorio del municipio mas cercano; librándose, de esta manera del engorroso asunto y “cargando con el muerto a otros”. Esta trapacería, que evidencia egoísmo, cara dura, falta de civismo, falta de respeto, además de presuponer una mala fe manifiesta; no ha quedado en desuso en nuestros días; y no me refiero a esas trivialidades que todos alguna vez cometemos; si no a grandes problemas que nos afectan a todos; tales como las acciones políticas de nuestros gobernantes. De no ser así, ¿Cómo podríamos llamar al “reparto equitativo” que realizan los socialistas con los negros (perdón, subsaharianos) que llegan en masa a las Canarias; o al hecho de responsabilizar al gobierno anterior del desastre gallego? Inesperado final, ¿verdad?